Traemos esta hermoso Helecho, a tu alcance una planta especial, llena de abundancia y de energía equilibrada tu espacio.
El costo de Este Helecho es de: $ 40 pesos c/u (peso Mexicano)+ Envió.
La Rosa de Jericó es, en realidad, un helecho. Tiene la particularidad de poder presentarse en dos estados completamente diferentes: hecha una bolita, pareciendo un simple matojo mustio, cuando las circunstancias son desfavorables; o con los esporangios extendidos y de un color verde vivo, cuando encuentra suficiente humedad a su alrededor. La alternancia entre estas dos fases puede realizarlas en innumerables ocasiones durante más de 20 años.
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La Rosa de Jericó es, en realidad, un helecho. Tiene la particularidad de poder presentarse en dos estados completamente diferentes: hecha una bolita, pareciendo un simple matojo mustio, cuando las circunstancias son desfavorables; o con los esporangios extendidos y de un color verde vivo, cuando encuentra suficiente humedad a su alrededor. La alternancia entre estas dos fases puede realizarlas en innumerables ocasiones durante más de 20 años.
Los ocultistas de todos los tiempos han sabido que esta es una planta sacra y una de las más mágicas de nuestro mundo. Durante milenios ha sido utilizada por chamanes y brujos por sus reputadas propiedades mágicas, y más tarde se ganó un lugar en los laboratorios de los alquimistas. La Rosa de Jericó absorbe y se alimenta de todo tipo de energías del lugar donde se encuentra, especialmente de las negativas, transformándolas en positivas. También se la conoce con el nombre de doradilla o planta de la resurrección.
Entre los usos mágicos que le han dado las distintas culturas, destacan la propiedad de bendecir y proteger casas y atraer la suerte, el dinero y la fortuna a los negocios. Los practicantes del vudú también la utilizan para atraer dinero y amor. Pero los beneficios de este auténtico talismán viviente no acaban aquí: los que decidan poner una Rosa de Jericó en su vida y trabajen con ella, experimentarán mejoras en su salud, vida en pareja o matrimonial, exámenes, en el trabajo, los negocios, la prosperidad económica o en la suerte de sus vástagos.
Los griegos la llamaban la planta sagrada de la resurrección, y los árabes rosa de ariha.
Los “hombres medicina” de los indios Hopi buscaban las que nacían entre las rocas, pues aseguraban que eran las mejores para darle usos medicinales. No en vano se le reconocen propiedades terapéuticas, en especial como diurética y para la cura y mejoramiento de heridas.
Para las culturas precolombinas también era una planta sagrada, pues se han encontrado doradillas en muchas tumbas de jefes y grandes sacerdotes.
En realidad, no se conoce a ciencia cierta cuándo recibe el nombre de Rosa de Jericó y por qué se le dio en un momento dado, pues no es oriunda de esta ciudad palestina, donde ni se la conocía. Se cree no obstante que la llevaron hasta allí algunos viajeros en los primeros siglos de la Edad Media (de ahí el nombre que se le daba en esa época, Rosa Hiericontea). Una vez arribó a Jericó, punto comercial importante en el que se vendían principalmente hierbas medicinales y aromáticas, se comenzó a utilizar para bendecir casas y atraer fortuna a los negocios. A partir de aquí, su fama como planta mágica no hizo más que extenderse.
Mantenimiento de la Rosa de Jericó
Si hemos adquirido una Rosa de Jericó por primera vez, buscaremos un cuenco, plato hondo o pecera de materiales naturales (barro cocido, madera, cristal, monterita…) donde colocarla. Los recipientes de materiales sintéticos no son tan afines y resultan mucho más bastos a la hora de dejar pasar las energías.
A los tres días, cambiaremos el agua, y a partir de esta vez puede hacerse cada dos semanas. La primera vez debe ponerse en el agua un martes o viernes a las nueve de la mañana o tres de la tarde. Esta operación debe realizarse siempre a la misma hora, tanto la primera vez que le cambiemos el agua a los tres días como en las veces sucesivas. También, cada vez que cambiemos el agua o queramos pedir algo en especial, recitaremos esta oración:
Divina Rosa de Jericó. Por la bendición que de nuestro Señor Jesucristo recibiste, por la virtud que tú encierras y por el poder que se te concedió, ayúdame a vencer las dificultades de la vida, da paz, prosperidad, alegría, salud y felicidad a este hogar en donde tú estás, al igual que a sus moradores, protégelos de cualquier enfermedad y mal. Divina Rosa, todo esto te lo pido en virtud de todo aquello que tú encierras, en y por amor de Cristo Jesús. Amén.
RITUAL PARA CONSEGUIR TRABAJO
Poner la Rosa de Jericó dentro de un boldo o pecera de cristal, con agua pura. Escribir en un papel con lápiz o tinta virgen el deseo de obtener trabajo a la mayor celeridad posible.
Una vez tengamos hecho el papelito, enrollarlo alrededor de un pequeño imán o piedra magnética (la magnetita también sirve) hasta formar un pequeño paquetito que ataremos a las raíces de la planta, teniendo en cuenta que el peso no sea abusivo. A continuación recitaremos durante 28 días (de luna llena a luna llena) la siguiente oración:
“Santa Rosa y San Pancracio,
esta ofrenda os hago yo,
con deseo limpio y puro,
y la gran ilusión,
que el trabajo serio y largo
llegue hasta mi corazón.”
Una vez acabado el trabajo enterraremos la flor en algún lugar de nuestro jardín o balcón, para recoger toda su protección.
RITUAL PARA PROTEGER EL HOGAR DE LAS MALAS INFLUENCIAS
Podemos utilizar este ritual cuando se estén dando en nuestra vida o nuestra casa una sucesión de hechos extraños, tengamos la sospecha de que hemos sido víctimas de un mal de ojo, para limpiar una vivienda antes que entrar a habitar en ella, etc. Actuaremos de la siguiente manera:
Cogeremos tres Rosas de Jericó y tres velas de colores verde, roja y blanca.
Un lunes por la noche, pondremos en un rincón de la casa tres boldos de agua con una flor en cada uno de ellos.
Los tres recipientes deberán formar un triángulo de lados más o menos equivalentes, entre los que colocaremos las tres velas antes mencionadas, y a las que habremos frotado previamente con aceite de mandrágora. Las encenderemos durante tres minutos cada día, y durante nueve días, recitaremos en voz baja esta oración poniendo mucha fe:
“Por la santa llama de Melquisedec,
por la flor divina que renace,
por los colores de San Alejo (verde, blanco y rojo)
que el mal que mi casa está sufriendo,
por las tres fuerzas divinas (hacer la señal de la cruz)
desaparezcan para siempre de mis aposentos.”
Una vez terminados los rezos y oraciones y pasados los días indicados, cogeremos los restos de las velas, las flores y el agua y los tiraremos a la basura, pues todas las malas vibraciones que pudieran existir en la casa habrán quedado impregnadas en estos restos. No dejar que los niños pequeños toquen estos restos tampoco.
Para afianzar el ritual y como medida preventiva y de seguridad, se puede poner una nueva Rosa de Jericó en la casa para que siga transmutando las vibraciones.
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